miércoles, 7 de enero de 2015 0 comentarios

Nadie te entiende

Muchas veces siento que soy una especie única en el mundo. Que soy una absoluta incomprendida. Pero entonces veo que no soy la única, que curiosamente prácticamente todo el mundo ha sentido eso al menos una vez, y entonces me pregunto: ¿Qué es lo que falla aquí?

¿No resulta raro que todos seamos unos incomprendidos? Porque si es así, deberíamos al menos entendernos entre nosotros... un cacao mental, vamos.


Cuando era una adolescente, me sentía (como todos los adolescentes) algo más que perdida. Tenía mis gustos y aficiones, que no eran los que tenían todos. Dibujaba mucho, algo que me hacía sentir especial al principio, pero luego llegué a pensar que ojalá nunca hubiera empezado. A veces odiaba lo mucho que me gustaba dibujar. Pero no podía engañarme a mi misma, no quería dejarlo.

Mis amigas empezaron a interesarse por cosas más "normales" de adolescentes: salir, beber, los chicos...

Yo no quería ser apartada del grupo así que como pasa siempre, iba con ellas. Pero cada día que pasaba notaba más que eso no iba conmigo, Que yo sabía que lo que me gustaba era dibujar, un buen paseo a la luz del día, comer chucherías una tarde charlando tranquilamente, y pasar el sábado noche viendo una peli con palomitas.

"¡Eres una sosa!" "¡Pareces una vieja aburrida!" "¡Estás desperdiciando tu juventud!"

Empecé a oír esas frases. Al principio fue una y no le di importancia. Pero cada vez las oía más a menudo y me empezaban a doler, y mucho. ¿Por qué no entendían que eso era lo que yo quería? ¿Por que era una sosa si no hacía lo que todas las demás?

En mi caso fue con el tema de preferir dibujar a salir de juerga, pero estoy segura que prácticamente a todas os ha pasado algo parecido con algún otro tema (o con éste mismo).


El caso es que me empecé a cansar. Yo sabía, tenía muy claro lo que quería, pero aún más claro lo que no. Y decidí ser fiel a mi camino aunque eso significara sentirme cada vez más desplazada, más parte de una sociedad que no me entendía. Más como una oveja negra. Me cansé de inventar excusas para no ir con ellas, porque si decía directamente la verdad luego tenía que soportar largos minutos de intentar convencerme, obligarme.

Pasaron los años, y aquellas amigas dejaron de llamarme. Si no salía por la noche con ellas, no podíamos ser amigas. ¿Quedar un sábado por la tarde¿ ¡Por favor! ¡Hay que dormir una siesta y luego pasar horas maquillándose para luego darlo todo! ¿A quién se le ocurre? Menudas ideas tienes hija...

No había nadie en el mundo que me entendiera, ni siquiera que lo intentara. Me sentía totalmente fuera de lugar, como si me hubiera equivocado de planeta al nacer.


Por suerte superé la horrible adolescencia. Hay que ver lo melodramática que se pone una con las hormonas alteradas. Seguí adelante, crecí, maduré, conocí gente que me comprendía. Esta vez de verdad. Podía decir lo que sentía claramente sin buscar excusas o atajos.

Pero aunque sea fiel a mi camino, todavía veo a la gente que lejos de comprenderme, me juzga. Que no es que no te comprendan, es que ni lo intentan.

Por ser diferentes al resto. Por no seguir a la manada como todos.

Si no sales de fiesta eres una persona aburrida. Si no te gusta ver la televisión vives en una burbuja aislada del mundo. Si ves dibujos animados eres un inmaduro. Si eres padre/madre joven eres un irresponsable. Si te gusta el manga eres un antisocial. Si gastas dinero cuando no trabajas eres un insensato. Si no te gusta el deporte eres un vago...

Podría seguir hasta el infinito, y lo sabéis.



Todos somos diferentes, todos nos sentimos incomprendidos.

¿Por qué entonces no podemos entendernos entre nosotros, al menos un poquito?

Personalmente, ya me he aburrido de la gente en general. Tengo claro lo que hago, mis planes para el futuro, y que me voy a esforzar en conseguir lo que quiero. Lo que piensen los demás me da igual.

Y tú, querido lector, sé que sabes de lo que hablo.
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